sábado, 2 de octubre de 2010

Torneo Apertura 2010
Godoy Cruz 4 Indepen´te 1
Un paseo por Mendoza

Jairo Castillo hizo el empate. Y no hubo grito por su pasado en el Rojo.

Independiente se puso 1-0 con un gol de Silvera, pero luego todo fue de Godoy Cruz, que los dio vuelta con goles de Jairo, Salinas, Sánchez y Curvelo. El Tomba se floreó ante un Rojo que terminó con 10 por la expulsión de Galeano.

Fue un espejismo. Una ilusión. Pensar que Independiente podía convertirse de la noche a la mañana en un edén de la mano de Pavoni y Sá, así sólo por arte de magia y por un debut con triunfo ante Gimnasia, duró lo que duran los sueños trasnochados. Duró, también, lo mismo que tardó en quedar claro en Mendoza que ese 4-3-3, de ofensivo, sólo tenía el dibujo, y de defensivo, apenas la cantidad de defensores repartidos en la cancha. Godoy Cruz se encargó de triturar al Rojo, de ponerlo rojo de vergüenza y mandarlo a Buenos Aires con una goleada desde los números y una paliza desde la producción futbolística.

Porque cuando el espíritu está quebrado, cuando la cabeza está rota, no hay mano mágica que transforme realidades. Entre un equipo armado, rodado y consolidado como Godoy Cruz, este Independiente fue un entrenamiento al sol. Bastó que los muchachos de Asad se enojaran un poco, tras el gol de cabeza de Silvera que despabiló la tarde, para que arrancaran las usinas de fútbol mendocino. Un giro con control exquisito de Jairo, para dejarse la bola a tiro de definición con un remate cruzado, puso las cosas 1-1. Desnudó los desajustes defensivos del Rojo. Y dio pie a la goleada… Porque Salinas y Carlos Sánchez (gran taco de Jairo en la jugada) dibujaron un apabullante 3-1 al final del primer tiempo. Y Curvelo, como si ya no fueran suficientes los padeceres del Rojo, al minuto del segundo tiempo estampó el cuarto con un cabezazo franco tras un córner.

Pavoni metió a Fredes por Mareque, para buscar un poco más de salida, pero a la vez sin descuidarse para no quedar expuesto a una de esas goleadas que lastiman. Pero no fue ni fu ni fa. Independiente transcurrió toda la segunda mitad con un ojo en aquel arco que le quedaba tan lejos, el propio para evitar un oprobio mayor, y de reojo pispeaba el reloj para ver cuánto faltaba para terminar esa agonía. Al Apertura, encima, todavía le falta la mitad.

Fuente : Olé

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